¿Cómo prevengo el estrés?

El estrés es un concepto creado por Hans Seyle en 1974 que tomó mucha importancia en los últimos años.  Se llama estrés a la reacción del organismo frente a situaciones que una persona comprende como amenazantes o que observa como una exigencia que supera sus capacidades de resolución.

A lo largo de la vida pasarás por diferentes estresores, muchos de ellos son estresores normativos, es decir situaciones que causan estrés, pero que son atravesadas por la mayoría de las personas, la cuales generalmente están ligadas al ciclo vital (nacimiento, estudio, casamiento, nacimiento de los hijos, mudanzas, etc.). Pero hay otros estresores que no son normativos, es decir no son esperables y estos son los que pueden encontrarte con menos recursos para su afrontamiento.

 

Dos conceptos: eustrés y distrés.

Hay diferentes tipos de estrés. Se llama eustrés al estrés “agradable” es decir esas situaciones que pueden resultarte fatigosas, pero que disfrutás.  Dentro del eustrés hay tres niveles: el primero es, por ejemplo, cuando vivís una situación que te resulta interesante pero agotadora, puede ser trabajo excesivo en intensidad y tiempo, deportes extenuantes o riesgosos. El segundo tipo de estrés es cuando estas situaciones interesantes se encuentran dentro de un rango más tolerable. En el tercer nivel, hay insuficiente eustrés, y tal vez sean situaciones que no te perturban pero que tampoco te estimulan, no las sentís como interesantes y divertidas. Pueden ser trabajos cómodos, repetitivos o situaciones de seguridad económica y social sin exigencias.

En contraposición al eustrés (agradable) se encuentra el distrés, que es el estrés desagradable. Este también cuenta con tres niveles. En primer lugar un bajo distrés, es decir, una exigencia  escasa o muy simple, en contextos desagradables. Por ejemplo un sueldo insuficiente, o un trabajo muy aburrido y repetitivo.  En segundo lugar un distrés  más alto, pero aún tolerable, son estímulos o situaciones displacenteros, tareas que poseen mucha demanda y exigencia ya sea de esfuerzo o de tiempo. Por último se encuentra el distrés completamente intolerable, el cual lleva a una fase de  agotamiento, la cual produce afecciones graves al organismo (infartos, ACV, úlceras).

 

¿Cuál es mi manera de pensar?

Quiero hablarte ahora, específicamente, de un tipo de distrés (desagradable) que sucede, no por causas externas, sino por tu propia autoexigencia. Este sería completamente manejable, ajustando ciertas formas personales de actuar.

Todas las personas tienen su propio sistema de creencias, yo tengo el mío, vos tenés el tuyo. Dentro de estas creencias las hay limitantes, es decir que te entorpecen a la hora de desarrollarte como persona, y que perturban tus interacciones con los demás, y las hay potencializadoras, es decir que te permiten crecer.

¿Cuándo una creencia es limitante? Generalmente las ideas limitantes tienen una forma particular de expresión que vos mismo podés observar en tu vida diaria. Cuando algo lo enunciás en forma de obligación, en forma demandante, es algo que puede limitarle. Un ejemplo de esto son los “deberías”, los “tenés qué”, “estoy obligado a”. También son ideas limitantes, o irracionales, las que están formuladas  en forma de absolutos. Es decir, cuando hablás de “todos”, “nadie”, “siempre”, “nunca”. Cuando tu pensamiento es dicotómico (las cosas son blancas o negras). Todo este sistema de creencias potencia tus posibilidades de experimentar una situación como estresante, ya que lo que nos estresa, molesta o preocupa no es lo que nos rodea, sino nuestra interpretación de lo que nos rodea.

¿Cómo se puede cambiar esto? Lo más beneficioso, es que puedas hacer enunciados preferenciales. Es decir en lugar de creer que vos o los demás “deberían” hacer esto o aquello, podés pensarlo y expresarlo en términos de “prefiero”, “deseo”, “me gusta”, “me desagrada”, “me alegra” o “me entristece”. Pensar y expresarte de esta manera previene pensamientos de condena y de obligación. Los enunciados preferenciales califican conductas, no personas, y te ayudan a vivir emociones y conductas adecuadas.

Hay muchas causas y muchas maneras de enfrentar el estrés, pero en materia de autoexigencia, lo que acabo de compartir te va a ser muy últil. . Si evaluás tus maneras de pensar, de actuar, y podés llevarlas hacia una forma de expresión preferencial, gran parte del camino estará hecho. ¡Éxitos!