A los 50 no me callo
En la mitad de la vida, es común darse cuenta o al menos replantearse que el verdadero yo se ha ido cubriendo con máscaras de complacencia para ser aceptados por los demás, a costa muchas veces de los propios deseos y expectativas. Siendo asertivo y respetando también las libertades del otro, se puede ser uno mismo.