Algunas personas tiene lo que se denomina “atribución interna” es esa costumbre de atribuirse a sí mismos la culpa de lo que sucede a su alrededor. Este artículo te brinda algunos tips para dejar de echarte la culpa por todo y tener una actitud más constructiva hacia la vida. De todas maneras, es importante recordar que todo proceso de crecimiento y aprendizaje que va más allá de la lectura, es por esto que te invito a poner estas ideas en práctica.
No le des tanta importancia a la culpa:
Aunque vos mismo seas responsable de lo que sucedió, esto no quiere decir que la culpa tenga que tenerte sumergido en la desgracia por siempre. La función del sentimiento de culpa es que el recuerdo de la experiencia negativa permanezca en el tiempo y te ayude a evitar cometer el mismo error.
Si conseguiste aprender la lección, los motivos para seguir martirizándote no tienen razón de ser. En otras palabras, la culpa no es una condena: es un factor de aprendizaje. Es por esto que es bueno pensar en la palabra “responsabilidad” en lugar de la palabra “culpa”. El culpable merece castigo, el responsable puede reparar lo sucedido.
Sé consciente tus debilidades y fortalezas:
Más allá de lo que cada uno desearía, la realidad es que todo ser humano tiene sus imperfecciones. Esto significa, entre otras cosas, que no todos pueden hacer cualquier cosa en cualquier momento de su vida. Algunas cosas sí se ´pueden hacer, y hay otras que solo se logran solo si se cuenta con la suficiente práctica o conocimiento.
Ser consciente de esto es trascendental, porque aporta información real acerca de lo que realmente es culpa de uno mismo y lo que no. A veces aparecen obstáculos, y hay que tener cuidado con no ser tercos u orgullosos, yendo al encuentro de esos obstáculos.
Pensá en tu relación con el entorno:
Las personas que acostumbran a culparse por todo, por lo general, mantienen un perfil bajo en sus relaciones sociales. Eso significa, entre otras cosas, que con facilidad creen que están en una posición inferior, o que están en deuda con los otros, se sienten “desvalidos” y toman un rol de sumisión de manera automática.
Como consecuencia de esto, las personas a su alrededor próximo ven que este sujeto tiene falta de asertividad y de autoestima, lo normal es que obedezca y haga sacrificios por otros. Muchos se aprovechan de esto, cuando mucha gente ejerce este tipo de presión, es muy fácil fallar, tanto por probabilidad como por el estrés que produce esta dinámica de relaciones sociales.
Es por esto que, para dejar de culparse a sí mismo, es clave ver que está pasando en tus relaciones interpersonales. Posiblemente mucho de esto sea inconsciente, si te atribuís la culpa de todo lo malo que sucede, es muy fácil que los demás también hagan lo mismo.
Practicá la autocompasión:
Buena parte de la percepción que se tiene sobre el mundo y sobre la propia persona no depende de lo que creas sobre vos mismo, sino de la atención que le des a estas creencias. Prestar atención solo a las propias imperfecciones hace que estas se vean aún peor, a esto se suma que al ubicar el problema en el interior de sí mismo, no tiene sentido intentar solucionar lo que sucede: lo roto no puede repararse a sí mismo, según esta creencia.
Por eso, es sano practicar la compasión, que en este caso no es otra cosa que aplicarte a vos mismo lo que generalmente hacés con el mundo: no olvidar nunca sus aspectos positivos.
En este sentido, la Terapia de Aceptación y Compromiso puede ayudar mucho, ya que se basa en la aceptación de las propias imperfecciones y en trabajar para mejorar en los otros aspectos.
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